Todo ocurrió en el año 1961. Las montañas despertaron de su eterno dormitar y el sol calentó sus adentros oxidados. Los prados se vistieron de verde terciopelo, invitando a los enamorados a reposar y cansarse sobre ellos. El cielo tiñó de azul la mirada del hombre expectante. Los árboles crecieron más que nunca intentando alcanzar la divinidad que se les tiene vedada, por el afán de llegar al más allá que nos inunda de miedo y misterio. Yo descansaba en la copa de un sueño, ajustando mis deseos al cajón de la vida, por donde rebosaban anhelos perdidos. Inhalaba ideales pululantes como partículas de oxígeno esperanzador. Mis manos encarnaban al mismo Mesías, modelando en mi pensamiento una tierra prometida donde mis proyectos no fueran la mayor de las locuras. Por un instante pude divisar las mil perspectivas de la vida y un águila culebrera me extendió sus alas mostrándome bajo sus plumas los mil ojos. Era Fama. No había nada que hacer, los dioses vigilaban mis pensamientos. N.O.G.